miércoles, noviembre 09, 2022

“El castillo de naipes”, de Pierre Unik





Es más bello que el color de ese guante olvidado en el mar

y en los surcos desiertos no encuentro nada

pero allá lejos los instrumentos de música se reúnen

en una alcoba

en un carro cuadrado

y es el amor que comienza

con festones en los cuatro ángulos

y batallas que nunca terminan

adiós maravilla adiós no tienes corazón

sino un álamo manso en la solapa del saco

y no es sin dar la alarma que mi voz llega a tu ciudad

La barca en la que se suicidan los fantasmas después de una

      inmersión prolongada en el cadmio de las consagraciones

la barca desnuda se presenta a mi puerta

y llama con todo su negro cielo

“pálida, dice ella, pálida más pálida que tu esposa”

yesos dientes en el sonido de la mirada me trituran

esos dientes de cadena y de incendio

incendio en que las mujeres forman la cadena

para impedir que nazca el nueve de espadas

el paje diabólico que tiene surgente de florestas

ese paje lo conozco es el nueve de espadas

y las mujeres en la ciudad son más pobres de lo que esperaba

más pobres que mi venganza

y que mi furia

más pobres que un cartero que sólo posee el abandono

sobre una casa de ocho pisos

de un billete de ida y vuelta para la horca

Es en la encrucijada del camino y de la muerta

donde se levanta el poste indicador de las enamoradas

allí acuden todos los meses a recoger los rumores

allí se encuentran pero no se ven jamás

El espantajo del castillo de naipes

el maniquí de silencio

con armadura de brezales

con su llama y su tahalí

el espantajo de los siglos

a la salida del subterráneo

no hay laberinto que importe

todas las alas y todas las llaves 

      abren los poros del castillo de naipes




en La Révolution Surréoliste, 1927

























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