No es el lenguaje lo que habla sino su descarrilamiento. ¿O su nacimiento? No soy yo en mi forma cotidiana de estar en el mundo la que escribe, esa personalidad (personaje) que protege ante el mundo. Pero sí es Mi voz, la que se fue gestando en el estado de alerta ante todo lo que el afuera trae y oculta. Es mi silencio abierto a escuchar el lenguaje antes de su big bang y mucho antes de su gramática. Pero también dispuesta a ser su big bang para proponer otras maneras de decir el mundo
en Sin pelaje, sin sombra, 2019
Rikyu
Le lleva al mundo tiempo
una mano,
una pluma.
Es imposible
atravesar un corazón
si no hay deseo
de matarlo.
Toda la tarde caminó
bajo la lluvia
como una forma de sentir
humanidad.
El tiempo –se dijo–
será esta ceremonia
del té.
Es cosa de los astros
si pueden partir
el mundo en dos
en un segundo.
Es cosa de los otros
sus manos.
No es una huella
que dejará
según mueve la pluma.
Es que esas huellas
de sus dedos
son irrepetibles.
Pero llevan su tiempo
las palabras.
No es el camino
el que dice la distancia,
los ojos
no encuentran su paisaje.
Hubiese preferido tocar
con sus palabras,
él habla
maravillosamente
y es un placer físico
escuchar.
Pero no importa
si las uvas están
a demasiada o poca altura.
Si se moja es que llueve
y es la hora
de preparar el té.
El cuerpo es un pacto
con la forma.
Pero el deseo es la forma
que tiene el corazón
de deshacerse
de su cuerpo.
Como un relámpago
espera
en la línea de la mano.
–¿El amor?
–dijo la bruja–
¿Ir al Tíbet?
Una escritora.
Los sueños son la vida
también.
Tuviste un gran amor.
–Tuve, como quien dice
una enfermedad,
escribí
poemas.
–Palabras
–dijo la bruja–
de un corazón
en círculo de fuego.
Se viste de venado
y se devora.
Una pluma en el barro.
–Cuando los amantes duermen,
amanece.
Las palabras no dan cuenta
de ese espacio
que separa a los cuerpos
en el sueño.
–Los amantes
–dijo la bruja–
no se dan cuenta.
Pero el que sueña
es un camino
como cualquier otro.
Los poemas también
son naturaleza.
Si no tocaste
esa mano no existió
más que en el sueño.
–Pero las uvas
a la altura de mi mano,
acaso
simplemente las describa
–Es una forma
como cualquier otra.
–Pero la espada y el tiempo
que le lleva al mundo
el cuerpo
que la cabeza lleva atado
como un perro.
Y el guerrero
si amanece
y en su corazón
noche cerrada.
Cantan los pájaros
y habitan la luz
como una flecha
de su propio sentido.
Dar testimonio
de una manera humana
de levantarse,
preparar el té
y escribir.
–Y acaso haber tocado
¿daría cuenta?
–Un puma
ni un venado.
Deseo de beber
un animal completo
o palpitante
en la espesura
del deseo
fugaz de un cuerpo
agazapado.
Se pregunta
qué tarea tiene
entre las manos.
Palabras como espada
de dos filos.
El deseo real
como la mano
al tocar
fue tan distinta.
Cada cuerpo
irrepetible.
–El arquero
ni el caballo,
la flecha
no pregunta:
Señor
¿no tuviste suficiente
fe
en mí?
en Sin pelaje, sin sombra, 2019
Monólogo 2
El perro
escarbo
escarbo
escarbo
el hueso de dios
todavía puede estar
en el corazón caliente
de la tierra
tengo celos de dios
el árbol
sólo mira hacia arriba
es imposible para mí
amar a un árbol
pero enamorarse es eso
le salto
y sigue absorto
tengo celos del fuego
que duerme en su corazón
de las estrellas
que le pasan
no soy un árbol
no puedo
entender su quietud
pero enamorarme es eso
cae la noche
como la realidad
mi universo es un baldío
me ovillo
en las raíces duras
de mi amor
tengo celos de los pájaros
abrigados
en sus ramas
envidio la noche
cayendo como un cazador
de espejismos
quién despierto
creería
en los sueños
la intemperie es una soledad
el amor es un adentro
doy vueltas
alrededor del árbol
le salto
salto de amor
y caigo
otra vez en mí
enamorarse es eso
nunca se inclina
sólo mira al sol
a las estrellas
salto
doy vueltas
para cuidarlo
de su quietud
para cuidarme
de su silencio
tengo celos del amor
que siento
es más grande
que yo
es mejor
bajo el árbol
los pájaros
dan saltitos
me acerco
porque huelen a árbol
pero se desbandan
corren
si salto alrededor
corro detrás
y levantan vuelo
por qué mi amor
parece una cacería
o una rabia
tengo celos de la tierra
que retiene al árbol
nada me aferra
desde el cielo
cuando salto
cuando caigo
nada me espera
pero vivir es eso
a diferencia del árbol
salto
le salto
pero se abre en más
y más cielo
abraza el aire
nada
quiero advertirle
pero enamorarse es eso
me respondería
el árbol
es un sol
y un perro
alrededor
qué terror
le hace echar tanta raíz
quiero abrazarlo
pero apenas llego
al borde
donde empieza a ascender
a olvidarme
el árbol no sabe
hasta dónde
puede llegar
es eterno y está cansado
escarbo
escarbo para liberarlo
pero lo imanta
la inmensidad
tengo celos de su infinito
el cielo -le dice el pájaro-
es una resistencia
al cuerpo
otra espesura
el cielo es un bosque
sin árboles
el árbol es un cazador
que sueña
no necesita seguir
a las estrellas
ni atraparlas
escarbo
en su tronco
y paso la noche
en su interior
sueño
el corazón del árbol
es un perro cansado
de buscar
y me encuentra
el verano es una fiesta
a la que no se puede entrar
solo
espero la brisa
cuando el árbol se sacude
nos parecemos un instante
solamente
enamorarse es eso
sueño
que el árbol sueña
que corre
conmigo
no es que no quiera
-me susurra-
me posee un destino
de monstruosa
altura
y soledad
me froto en el tronco
le dejo mi olor
y huelo
soy el árbol
que quiso ser yo
enamorarse es eso
viento
lluvia
lo que a mi amor alimenta
me aniquila
¿no necesita
más que luz?
lo miro dar
refugio
contemplar
celebrar lo que no está
a su alcance
no sé si lo amo
para no odiarlo
para no odiarme
también es eso
enamorarse
salto
pero no soy de altura
ni de profundidad
el árbol
aunque a mi lado
no está en mi mundo
tengo celos de ese animal
de cielo
el árbol es una trama
de gravedad y luz
echado en tierra
soy afuera
de mi amor
soy su vacío
alrededor
y él absorto
inalcanzable
ciego a la sombra
que provoca
soy sin árbol
pero mi corazón
es un árbol
en cuerpo de cazador
no quiero correr más
que árboles
aunque están quietos
no los puedo atrapar
huelo
sigo un rastro
¿qué se recuerda en el amor
que no se tuvo nunca?
en La bestia ser, 2018
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