Revolotean miríadas de pétalos de flores.
Se agitan ramas de sauces llorones.
El viento del este acaricia el pabellón.
Las gruesas cortinas de la ventana
siguen allí como antes.
Mas yo no veo a la joven que se asomaba.
Alegres ruiseñores cantan
en las copas de un árbol.
No hacen más que aumentar
mi profunda tristeza.
¿Por qué el destino quiso
que yo la conociera?
en Poesía clásica china, 2001
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