jueves, diciembre 02, 2021

«Estado de materia», de Carlos Cociña

Tres poemas de la sección (hasta lenguaje)




Cuando aparecen las velas invisibles, redes en las que no se puede oler el cielo, se ingresa a un área náutica yerma, donde casi no quedan restos óseos debido a la acidez y la humedad. Allí el cuerpo está alineado con el amanecer, mirando al Este. Los análisis biomoleculares, bioquímicos y geoquímicos indican presencia de cerveza de trigo, miel, mirto y arándanos. En esa temporalidad extendida se está sentenciado al fracaso, a la decadencia de lo aséptico. Es agua gruesa, obra oscura que se pierde en cosas de lenguaje.


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La distancia entre la persona y sus palabras es una especie de pasillo flotante, galería aérea en peligro de extinción. Un medio para abrir una brecha, un trabajo primordialmente manual. Los ensueños y fantasmas que se presentan ante los ojos emergen en forma brusca, concluyente, inesperada. Es un caso sur, donde se puede desertar de los vivos con una inclinación silenciosa de desaprobación, una zona donde los objetos se desploman, innombrados. 


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Sabía hablar, aunque prefería no hacerlo. Tal es la fuerza del silencio. Actúa como espejismo. El detalle que se involucra. La impermanencia. Desconfía de la capacidad de las palabras para vincular. Decide retirarse, buscar refugio. La bruma, la disolución de los límites. Una minuciosidad que encapsula. La capacidad del vacío.




en Estado de materia, 2016-




en Poesía cero, Descontexto Editores, 2022






Fotografía original en Guadalajara (2018)










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