lunes, octubre 04, 2021

“Relaciones y epitafio de Dylan Thomas”, de Gastón Baquero





Era como un biznieto de Federico Nietzsche.
Era el acólito predilecto de Georges Sorel.
Era como un sobrino de Ernesto Hemingway.
Era el niño que lee a Spengler en lugar del Evangelio.
Era como el novio de Arturito Rimbaud.
Era el valet de chambre de Isidore Ducasse.
Era el kínder compañero de Capote y de James Dean.
Era el office-boy de Arturo Strindberg.
Era el peor recuerdo de Oscar Wilde en París.
Era el robafichas de Dostoyevski en Baden Baden.
Era el firma manifiestos de John Osborne.
Era hijo secreto de Gertrude Stein y Bertold Brecht.
Era cliente fijo de Freud y de María Bonaparte.
Era el pianista favorito de Béla Bartók.
Era de los teenagers que la noche cuelga en la 42.
Era taquígrafo de Henry Miller y de Ezra Pound.
No nació en Gales:
            nació en un cuento de Williams, Tennessee.
Y con todo eso, un día, ¡chas!,
Los bosques de Escocia sintieron caer un árbol
Que había sido muy remecido
            por el ventarrón de la poesía.
Y aquí yace, cubierto por la espuma de la cerveza
Y ahogado por la amarguísima leche de la vida,
Aquí yace, Dylan Thomas.



en Memorial de un testigo, 1966

Foto de Gorka Lejarcegui
(Gastón Baquero en su casa de Madrid, 1994)















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