Una sola será mi lucha
Y mi triunfo;
Encontrar la palabra escondida
Aquella vez de nuestro pacto secreto
A pocos días de terminar la infancia.
Debes recordar
Dónde la guardaste,
Debiste pronunciarla siquiera una vez...
Ya la habría encontrado
Pero tienes razón ese era el pacto.
Mira cómo está mi casa, desarmada.
Hoja por hoja mi casa, de pies a cabeza.
Y mi huerto, forado permanente
Y mis libros como mi huerto,
Hojeado hasta el deshilache
Sin dar con la palabra.
Se termina la búsqueda y el tiempo.
Vencida y condenada
Por no hallar la palabra que escondiste.
en Los dones previsibles, 1992
A eso de 1998, 99 o 2000, Stella me dedicó este poema y me lo leyó para siempre.
Acá está tu palabra Stella. Te la debía hace demasiado tiempo.
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