Impaciente por entrar en la Ciudad de la Distinción
Política antes del anochecer, Jamrach el Rico llegó a una bifurcación del
camino y no supo en qué dirección seguir; consultó entonces a una Persona de
Aspecto Sabio sentada al borde de la calzada.
—Sigue por aquel camino —dijo la Persona de Aspecto
Sabio, señalando—; se lo conoce como Vía de la Política.
—Gracias —dijo Jamrach, a punto de ponerse en
marcha.
—¿Cuánto es «gracias»? —fue la respuesta—. ¿Crees
que estoy aquí por cuestiones de salud?
Como Jamrach no se había vuelto rico por estupidez,
entregó algo al guía y siguió su camino, y pronto llegó a un peaje atendido por
un Caballero Benévolo, a quien dio algo para que le franqueara el paso. Un poco
más adelante se encontró con un puente que atravesaba un río imaginario, donde
un Ingeniero Civil (que había construido el puente) le exigió algo para
recuperar su inversión, a lo que él accedió. Era tarde cuando Jamrach llegó a
la orilla de lo que parecía ser un lago de tinta negra, y allí concluía el
camino. Al ver a un Barquero en una lancha, le pagó para que lo llevara al otro
lado y se dispuso a embarcar.
—No —dijo el Barquero—. Mete el cuello en esta soga
y te remolcaré. Es la única manera —agregó, viendo que el pasajero estaba a
punto de quejarse de las condiciones.
Al fin llegó a la otra orilla, medio estrangulado y
muy embadurnado por las feculentas aguas.
—Bueno —dijo el Barquero, sacándolo del agua y
aflojándole la soga—, ahora estás en la Ciudad de la Distinción Política. Hay
aquí cincuenta millones de habitantes, y como el color del Charco Inmundo no
sale con nada, todos tienen el mismo aspecto.
—¡Ay! —exclamó Jamrach, llorando la pérdida de todas
sus posesiones, gastadas en propinas y peajes—. Regresaré contigo.
—No creo que puedas hacerlo —dijo el Barquero,
alejándose de la orilla—; esta ciudad está situada en la Isla Sin Retorno.
en 99 fábulas fantásticas, 2010
Primera
edición: Fantastic fables, 1899
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