Nada en torno ha cambiado
y sin embargo, el mundo,
pobre y triste, se ha encendido;
transido, campo y bosque,
de milagro, de inefable belleza revestido.
Quizás, en la hora extrema, de esta suerte,
desnuda ha de surgir la humana carne,
de lo inmenso y lo oscuro convocada,
cuando el Señor a su presencia llame.
Sólo por ti,
tu orgullo y tu ternura,
por tu candor de nieve luminoso,
por tus cabellos rojos en mi pecho,
he dado en ser yo mismo, pese a todo.
Sonríes, dulce amiga, pues no entiendes,
que en el entorno opaco que rodea
el brillo transparente de tu halo,
oscura, va espesando ya la niebla.
y sin embargo, el mundo,
pobre y triste, se ha encendido;
transido, campo y bosque,
de milagro, de inefable belleza revestido.
desnuda ha de surgir la humana carne,
de lo inmenso y lo oscuro convocada,
cuando el Señor a su presencia llame.
tu orgullo y tu ternura,
por tu candor de nieve luminoso,
por tus cabellos rojos en mi pecho,
he dado en ser yo mismo, pese a todo.
que en el entorno opaco que rodea
el brillo transparente de tu halo,
oscura, va espesando ya la niebla.
1920
en
El diablo listo y otros poemas, 2011
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