lunes, junio 21, 2021

“Derrota”, de Rafael Cadenas





Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme
            (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente
            y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar
            y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar,
            ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas
            porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente
            por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas
            mucho más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante
            seré muchas veces más burlado en
            mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros
            más aletargados que yo
            («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte»)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro
            como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero
            por todas estas cosas y por otras cuya
            enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme
            ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí
            y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas
            y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta
            y la brisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico
            aunque a ciertas horas haya sido
            humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo
            fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad
            y no he podido derribarme, barrer
            todo y crear de mi indolencia, mi flotación,
            mi extravío una frescura nueva, y
            obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía
para seguir burlándome de los otros y
de mí hasta el día del juicio final.



en Clarín del Viernes, 31 de mayo de 1963
Compilado en 1970, junto con Los cuadernos del destierro y Falsas maniobras














No hay comentarios.: