viernes, mayo 21, 2021

“¡Höre, Israel! [¡Escucha, Israel!]”, de Erich Fried





Cuando fuimos perseguidos
fui uno de los vuestros.
¿Cómo seguir siéndolo
cuando os habéis
vuelto perseguidores?
 
Vuestro deseo fue
ser como los pueblos
que os asesinaban.
¡Bien, lo habéis conseguido!
 
Habéis sobrevivido
a quienes los torturaban.
Y ¿no pervive hoy
su tortura en vosotros?
 
¡Ven
pueblo de Israel!
¡Sal de tu injusticia!
¡Apártate de lo que te convierte
en el hazmerreír de los pueblos!
 
Incluso los que a tu faz se muestran
amigos buscando su provecho
tuercen la nariz y se mofan
cuando giras la cabeza:
 
"¿Ahí tenéis al pueblo de la Biblia,
sediento y ávido de venganza
como ningún otro pueblo
de este inmenso mundo
ensangrentado!".
 
¡Ven
pueblo de Israel!
¡Sal de tu injusticia!
No es demasiado
tarde para el cambio
aún cuando te resulte duro y costoso.
No te hace guiños ni el oro
ni te espera una inmensa fortuna.
Tu único camino
es la reparación.
Ya en otros tiempos
tus profetas
tuvieron para ti palabras amargas,
tampoco ellos te adularon,
y, sin embargo, tú no lapidaste
a todos,
a veces escuchaste a alguno
aunque raramente por largo tiempo.
 
Y bien conoces
a dónde lleva el camino
de tu injusticia,
que recorres convirtiéndolo en ruta militar,
el camino de tu arrogancia
sobre el que crece más veloz,
tu angustia oculta tu valor
o el número de tus armas.
 
Ya conoces el final
de quién con su palabra y quehacer
convierte a su entorno en enemigo,
si no hoy mañana,
si no mañana pasado mañana,
y si no cuando tus hijos y nietos.
 
Y tú sabes
qué significa sufrir y pasar miseria,
conoces por propia y larga experiencia
cincelada en ti,
tan grabada como los surcos y arrugas
burilados por el tiempo en tu viejo rostro.
 
Reconoce al fin
el dolor de aquellos a quienes tú martirizas,
no debes regar el dolor
sembrando un nuevo sufrimiento
ni esperar a que crezca y produzca gran cosecha,
superior a la que puedas recolectar
en tu granero.
 
¡Ven, viejo pueblo
antes de que sea tarde!
¡Sé razonable,
nunca es tarde para cambiar!
¿Acaso aguardas
a que las piedras angulares
de tu casa
comiencen a desmoronarse
bajo los impactos
y fenezcas en sus escombros?



en Entre los poetas míos (Antología), 2012












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