Versión de Juan Carlos Villavicencio
Atormentado por los sueños del perdido Valle Central,
oigo quejarse al viento del otoño.
De tienda en tienda va saliendo el sombrío sonido de los cuernos;
en el antiguo palacio la maleza crece demasiado.
¿Cómo pudo el Monte de las Columnas caer de repente,
el Río Amarillo desbordar la ciudad
y mil aldeas ser invadidas por zorros y liebres?
No podemos cuestionar al Alto Cielo;
la corte pronto se olvidará de los asuntos vergonzosos.
Es triste y lúgubre
decir adiós
en el Muelle del Sur.
El frío aliento de los sauces del río aleja
el calor remanente de un día de verano.
La Vía Láctea se inclina;
la pálida luna y las nubes de estrellas dispersas se retiran lentamente.
Las montañas y los ríos se extienden perdiéndose de vista.
¿Dónde te volveré a encontrar?
Todavía recuerdo nuestra conversación al morir
la noche mientras los dos yacíamos en la cama.
Pero ahora los gansos salvajes no pueden volar tan lejos.
¿Quién llevará mis cartas hacia donde estás?
Miro el cielo azul
pensando en los tiempos duros que se han ido.
¿Podemos tener sino amor y odio íntimos
como a menudo afirman los jóvenes sin barba?
Toma una copa de vino
y escucha esta canción mía.
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