
Las pisadas de los que huyen
se pueden escuchar durante la sequía
son el crepitar de flores
y pastos muertos del año anterior
donde cada paso dice algo
historias inconclusas que suceden
entre Estaciones del Metro
o construcciones de material ligero
que los puertos y el aburrimiento
de no sentir miedo se llevarán
odios amados que se cocinan por horas, un día a la vez
a fuego lento durante años
en este vertedero de puertas abiertas;
pero clausurado a los que piensan en escapar.
Islas que nunca han visto el agua
apenas calles pavimentadas
y explosiones extranjeras fabricadas
para reunir a los amigos
pero sólo a los que puedan recopilar extremidades
armar el rompecabezas
y después sepultarlo.
Cuando al lado sólo hay dinero falso
y la respuesta es: no me acuerdo
no sé lo que hice ayer…
…era el último Teléfono Público de monedas
solo en el Centro Comercial
mientras nadie llegaba
por el camino bloqueado huérfano de pies.
Los barrenderos saben rastrear el peso y tiempo
que dejan los desperdicios sobre tierras depiladas
también leen el silencio que cometen las hojas secas
junto a árboles desnudos exhibiéndose en público
una tarde sin viento.
Pero no importa, todos han vuelto, nadie huía
ya crecieron los pastos levantaron nuevos techos
regresó la lluvia.
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