tumbado en un rincón de tu casa
como abandonado al tiempo
sin darte cuenta que te he traído
el olor salado del mar
y su macedonia de espuma y gaviotas
ni de los organilleros que lleve a tu ventana
te quedaste tan cansado
como mudo
como tratando de redescubrir la telepatía
para volver a los mensajes en clave
a las miradas poco audaces
y yo
reinventando los colores
para que me pintes tu paisaje
para que me digas de qué color es la tierra
qué formas tiene la muerte
te quedaste allí
como midiendo todos los pasos que doy por tu pieza
en un corto lapso
para después construir un gráfico
con murallas de piedra
con hornos de barro
te quedaste allí
siempre vivo
destilando los segundos en tu frente
pelechando como un perro viejo
te quedaste allí
sin saber que hoy te he traído fruta
que hoy toda mi fruta es para ti.
en Poesía para el camino
(antología de la Unión de escritores jóvenes), 1977
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