Estaba
sentenciado
Nada
en ello había muerto pero nada vivo
Crecía
con el musgo de las ruinas
Un
cielo helénico
De
junco o de golpe de malva
Vertía
su silencio entre los dos
El
mundo cabía como un timbre
En la
oreja redonda hecha al beso
Y no
al convulso latir de espadas
Que
nos iba inundando con sus filos
La
realidad es algo que existe decíamos
Como
el rabo para el can endomingado
Que
vierte sus ladridos en la huella de los coches
Pero
estaba sentenciado
No se
puede jugar con nafta sobre el fuego
Ni
beber de botellas que no acaban nunca
La
nafta y el fuego
El
vino y el fuego
Todo
hierve junto a ti vertiéndose en redomas de albedrío
Bebo
en sus redomas el infame desconsuelo
Aplica
tu sentencia oh jurado invisible
en La línea
recta (Antología), 2018
Descontexto Editores
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