A Teófilo Cid
Las
bañistas golpean la frente
Dos o
tres golpes una mirada a la pluma
Y
después las bocas despistan las luces.
Entonces
ellas inclinan sus cabezas
El
calor sube de la yerba a sus pies
Los sollozos ocultos
Crecidos
como la fatiga
Y
alimentados igual al señor pisa-talones.
Las
bañistas se absorben con el fastidio
Depositan
las manos sobre delirantes losas
Le
crecerán verduras por entre los senos.
Ellas
evitan los gestos
Retorcidos
labios por retorcidos dedos
Los
peces terminan por llegar
A las
perdidas paredes de su infancia.
Es
para sus propias bondades
El
ojo vuelve a su escondrijo
Ellas
mantienen oculto el secreto de la luz
Vuelven
a su cueva de ratones.
Las
bañistas enfrían los senos
Algunos
residuos obscurecen el cielo
El
arma brilla sobre los pelos rojizos
Desaparecerá
un lago a la presencia del público.
Bien
refugiadas ellas están
Bajo
los venenos
Los
escuderos olvidan sus deseos
Las
lunas como un pequeño garbanzo.
Morirán
así las bañistas
Sin
contemplaciones bajo su amor
Dos o
tres golpes una mirada a la pluma
Y por
esto y aquello
La
soledad como un soldado
Sacrificada
en los ojos mismos.
en
Poesía Explosiva, 1973
Ilustración
René Magritte
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