martes, abril 28, 2020

“La vida corriente”, de Enrique Gómez-Correa





A Teófilo Cid


Las bañistas golpean la frente
Dos o tres golpes una mirada a la pluma
Y después las bocas despistan las luces.

Entonces ellas inclinan sus cabezas
El calor sube de la yerba a sus pies
Los sollozos ocultos
Crecidos como la fatiga
Y alimentados igual al señor pisa-talones.

Las bañistas se absorben con el fastidio
Depositan las manos sobre delirantes losas
Le crecerán verduras por entre los senos.

Ellas evitan los gestos
Retorcidos labios por retorcidos dedos
Los peces terminan por llegar
A las perdidas paredes de su infancia.

Es para sus propias bondades
El ojo vuelve a su escondrijo
Ellas mantienen oculto el secreto de la luz
Vuelven a su cueva de ratones.

Las bañistas enfrían los senos
Algunos residuos obscurecen el cielo
El arma brilla sobre los pelos rojizos
Desaparecerá un lago a la presencia del público.

Bien refugiadas ellas están
Bajo los venenos
Los escuderos olvidan sus deseos
Las lunas como un pequeño garbanzo.

Morirán así las bañistas
Sin contemplaciones bajo su amor
Dos o tres golpes una mirada a la pluma
Y por esto y aquello
La soledad como un soldado
Sacrificada en los ojos mismos.



en Poesía Explosiva, 1973

Ilustración René Magritte











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