domingo, enero 12, 2020

«Carta del Vino Blanco al Danubio Azul», de Benjamin Péret

Traducción de Rodolfo Hinostroza




Señor:

Lo he visto a usted anoche en la esquina de la plaza de las Victorias y la calle Etienne-Marcel. Era más de las dos de la mañana. Oculto en la sombra, espiaba a alguien a quien me es muy fácil imaginar. Usted esperaba al señor Carbón para arrancarle los bigotes. Por suerte, a esa hora, el señor Carbón comía tranquilamente en familia su sopa de paso de tornillo, pero ¿qué hubiera pasado si usted hubiera logrado su propósito? El grito que hubiera lanzado la víctima en el momento en que usted le hubiera arrancado los bigotes —y no dudo de que su ganzúa de botas le hubiera permitido hacerlo— hubiera dado la señal de agrupamiento, por un lado, de todas las palomas de París, que se hubieran reunido encima del barrio de la Ópera, y por otro lado, de todas las ratas de la capital, que hubieran invadido el mismo barrio, destruyéndolo en un abrir y cerrar de ojos. Y yo le pregunto a usted, ¿qué hubieran comido los parisinos en caso de que la ciudad hubiera sido sitiada?:

Comprendo, aunque no comparto, el odio que usted siente por el señor Carbón, quien se ha permitido, abusivamente, se lo concedo, transformar sus islas en tiovivos de caballos policromados, lo que ha atraído sobre ellas las nieves eternas junto con las espesas nubes de cemento que las acompañan. Vénguese usted de él, ya que se obstina en hacerlo. Suprímalo, si su muerte le devolverá la calma, pero le ruego que no le corte los bigotes. Las consecuencias de la pérdida de sus bigotes serían demasiado graves para los centenares de miles de personas que son ajenas a su recíproca hostilidad.

Si usted lo mata, puede desde ahora mismo contar con mi silencio, pero si persiste en sus actuales proyectos, me encontrará cara a cara frente a usted, violín en mano, y ya sabe que seré implacable.




en Mort au vaches au champ d'honneur, 1922-1923













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