En un
Estado democrático, se dirá, el pueblo no elegirá más que a los buenos. ¿Pero
cómo reconocerá a los buenos? No tiene ni la instrucción necesaria para juzgar
al bueno y al malo, ni el tiempo preciso para conocer los hombres que se
proponen a su elección. Esos hombres, por lo demás, viven en una sociedad
diferente de la suya: no acuden a quitarse el sombrero ante “Su Majestad el
Pueblo Soberano” más que en el momento de las elecciones y, una vez elegidos,
le vuelven la espalda. Por lo demás, perteneciendo a la clase privilegiada, a
la clase explotadora, por excelentes que sean como miembros de sus familias y
de la sociedad, serán siempre malos para el pueblo, porque naturalmente querrán
siempre conservar los privilegios que constituyen la base misma de su
existencia social y que condenan al pueblo a una esclavitud eterna.
Pero,
¿por qué no ha de enviar el pueblo a las asambleas legislativas y al gobierno
hombres suyos, hombres del pueblo? Primeramente porque los hombres del pueblo,
debiendo vivir del producto de sus brazos, no tienen tiempo de consagrarse
exclusivamente a la política; y no pudiendo hacerlo, estando la mayoría de las
veces ignorantes de las cuestiones económicas y políticas que se tratan en esas
altas regiones, serán, casi siempre, víctimas de los abogados y de los políticos
burgueses. Y, luego, porque bastará a esos hombres del pueblo entrar en el
gobierno para convertirse, a su vez, en burgueses, a veces más detestables y
desdeñosos que los mismos burgueses de nacimiento.
Se
podrá ver, entonces, que la igualdad política, aun en los Estados más
democráticos, es una mentira. Lo mismo pasa con la igualdad jurídica, es decir,
con la igualdad ante la ley. La ley está hecha por burgueses y para los
burgueses. Además, es ejercida por los burgueses contra el pueblo. El Estado y
la ley que lo expresa no existen más que para eternizar la esclavitud del
pueblo en beneficio de los burgueses.
Por
lo demás ustedes saben que cuando se encuentran lesionados en sus intereses, en
su honor, en sus derechos, y quieren iniciar un proceso, para hacerlo deben
demostrar primero que están en situación de pagar los gastos, es decir,
depositar una cierta suma. En caso de no tener la capacidad de depositarla, no
pueden entablar el proceso. Pero el pueblo, la mayoría de los trabajadores,
¿disponen de estas sumas para efectuar pagos en el tribunal? La mayoría de las
veces, no. Por tanto, el rico está en condición de atacarlos, de insultarlos
impunemente, porque no existe la justicia para el pueblo.
En
tanto que no haya igualdad económica y social, en tanto que una minoría
cualquiera pueda hacerse rica, propietaria, capitalista, no por el propio
trabajo, sino por la herencia, la igualdad será una mentira. ¿Saben cuál es la
verdadera definición de la propiedad hereditaria? Es la facultad hereditaria de
explotar el trabajo colectivo del pueblo y de someter las masas.
en
Incitar a la acción (Antología), 2013
1 comentario:
Por mucho que quieran decir que estamos en una democracia no podrán esconder los políticos que condenan al pueblo a una esclavitud democrática, pueden elegir a sus señores feudales cada cuatro años.
Publicar un comentario