domingo, septiembre 29, 2019

“Tragedia”, de Vicente Huidobro





María Olga es una mujer encantadora. Especialmente la parte que se llama Olga. Se casó con un mocetón grande y fornido, un poco torpe, lleno de ideas honoríficas, reglamentadas como árboles de paseo. Pero la parte que ella casó era su parte que se llamaba María. Su parte Olga permanecía soltera y tomó un amante que vivía en adoración ante sus ojos.

Ella no podía comprender que su marido se enfureciera y le reprochara infidelidad. María era fiel. ¿Qué tenía él que meterse con Olga? Ella no comprendía que él no comprendiera. María cumplía con su deber, la parte Olga adoraba a su amante.

¿Era ella culpable de tener un nombre doble y de las consecuencias que esto puede traer consigo?

Así, cuando el marido cogió el revólver, ella abrió los ojos enormes, no asustados, sino llenos de asombro, por no poder comprender un gesto tan absurdo.

Pero sucedió que el marido se equivocó y mató a María, a la parte suya, en vez de matar a la otra. Olga continuó viviendo en brazos de su amante, y creo que aún sigue feliz, muy feliz, sintiendo sólo que es un poco zurda.



en Diario La Nación, 5 de noviembre de 1939



Nota: “En lo que revela sin duda una percepción nítida de los rasgos estéticos y opciones expresivas de la ficción ultracorta, Huidobro da a conocer en 1939 tres textos brevísimos [“La joven del abrigo largo”, “La hija del guardaagujas” y “Tragedia”; recopilados con posterioridad en Antología, edición de Eduardo Anguita (1945) y en Obras Completas (1976)], anunciando que formaban parte de un proyecto iniciado en 1927 bajo el título de Cuentos diminutos. Su voraz curiosidad literaria y su prolífica inventiva lo llevaban a anunciar periódicamente nuevos y muy divergentes proyectos, pero en este caso es evidente que estaba atento a la decantación, todavía embrionaria, de una nueva estructura genérica de la ficción. Este proyecto se inserta en el intenso proceso de exploración y transgresión de los límites canónicos de la ficción que emprendía por esos años la literatura vanguardista, y que Huidobro asumió con denodado entusiasmo y con una preferencia por el asedio lúdico a los discursos consagrados: por la desacralización burlesca antes que programática”. (“Algo más que risas y burlas: las ficciones breves de Vicente Huidobro”, de Juan Armando Epple, Anales de Literatura Chilena, Año 9, junio 2008, Nº 9, 85-95).












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