viernes, septiembre 20, 2019

«La perfecta dormida», de Homero Aridjis







En el hálito ardiente de su propio sonido quema
y en su ámpula germina la crisálida
La libélula transcurre bajo el sol
Rompe la quieta corriente del instante
se oye el remo y el río que ha pasado comparece
al golpe del nuevo movimiento
Se recuesta en el agua el esplendor
Otras criaturas tañen las olas en el mar
Aire de su aire vibra la gaviota
el soplo el verbo el yo soy de esa muchacha
y el médano como los árboles etéreo
Nuevas existencias toman superficie
toman cuerpo en sus ojos
Los astros son pupilas
Siempre un poeta canta entre los muertos



en Revista Orfeo, 11-12, 1965
















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