El aire que consumo, aspiro o boto,
la comida –energía que me integro–
y aun, distraído, el extraviado tiempo
–todo este yo que sin razón malogro–,
todo pierdo al rodar en la espiral
de no saber adónde crezco: a qué
nací a ocupar espacio en otros, sed
de chupar savias, de tragar, botar;
en el centro de la espiral el viento
sopla exhalando al mundo en su ignorancia
a mejor no saber, sólo lactancia;
y empero el mundo gira, aquí, de nuevo,
renovando energías y en el ser
todos parte de todo, todos sed.
en Sed de fluir, 2010
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