Amo este rumor parecido al fuego o a la piedra. Amo la angustia parecida a la flor que sangra o a la hoja que se precipita. La angustia del hombre que se evade de sí mismo y que se desespera alrededor de una ausencia sin remedio. Pero apenas huye la sombra que rompe todas las amarras, es decir, mi propia sombra, en cada estrella, en cada árbol o en cada torre, brilla esta palabra que he conocido hace poco tiempo:
F U G A
Y luego el tropel de perseguidores, el acero vivo de las espadas y el viento un poco blando y un poco lleno de caminos cerrados. La Vía Láctea atraviesa desde los Andes hasta el Océano Pacífico y es como un puente de pequeñas llamas sobre un inmenso deseo, sobre una alegría o sobre una angustia
1929
Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2019
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