Investigó el problema ecológico en las bibliotecas y en el
terreno mismo, invirtiendo largas jornadas y muchísima paciencia. Cuando
terminó de escribir su obra de denuncia, descubrió que se trataba de un tomo de
unas quinientas páginas.
Logrando que circulara ampliamente, a la manera de un best
seller, podría elevar la conciencia de los ciudadanos.
–Considerando la celulosa y el papel, ¿cuántos árboles
insumiría una edición de unos diez mil ejemplares? –preguntó su esposa.
–No sé; supongo que unos veinte o treinta.
–Y entonces, ¿no sería antiecológico que lo publicaras?
El quedó pensándolo, y todavía está en eso.
en
Antología iberoamericana de microcuento,
2017
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