Flotaba mi espíritu silvestre
Junto al vuelo de los cóndores
Haciendo suya toda la azul inmensidad.
Circundó el rugido de la tierra
Exhalando en los volcanes.
Siguió el cauce de los ríos pensativos.
Escuchó su propio grito
Perfumado con esencia de montaña
Y se fue rozando el mar,
Jugando con las furiosas olas.
Sobrevoló con una lanza las alturas
Para postrarse luego junto a un rewe
Agradecido de la tierra,
De su aliento.
Una anciana que golpeaba el kultrun
En su canto le decía:
En la pureza del aire te has bañado,
Se limpió tu pensamiento,
Has temblado tu coraje,
¡Puedes conducir tus escuadrones!
¡Levanta la voz de tu kullkull,
escribe con tu lanza
estos días que son tuyos!
Y un libro de páginas en blanco
Se abrió ante mis ojos
Elevándose como un pájaro.
Cayó luego a tierra
Alcanzado por un ruido de escopeta.
Entonces emergieron de los montes voces
De kullkull
Que inundaron el espacio
Con inmenso olor a pólvora.
Muchas ancianas llegaron hasta el rewe,
Alzaban sus kultrunes exclamando:
¡Marrichiwew, marrichiwew, marrichiwew!
¡Fortalece a tus hijos, Ngünéchen!
en
Weichapeyuchi ül: cantos de guerrero,
2012
Antología
de poesía política mapuche, Paulo Huirimilla
Fotografía: Álvaro de la Fuente/Proyecto Diálogo
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