lunes, febrero 18, 2019

«El caballero pobre», de Aleksandr Pushkin







Era un pobre caballero
silencioso, sencillo,
de rostro severo y pálido,
de osada y franca alma.
Tuvo una visión,
una visión maravillosa
que en su corazón grabó
una marca profunda.
Desde entonces le ardía el corazón;
apartaba sus ojos de las mujeres,
y ya hasta la tumba
no volvió a hablarle a ninguna.
Se puso un rosario al cuello,
como si fuera una insignia,
y jamás levantó ante nadie
la visera de acero de su casco.
Lleno de un puro amor,
fiel a su dulce visión, escribió con su sangre
A.M.D. sobre su escudo.
Y en los desiertos de Palestina,
mientras que entre las rocas
los héroes corrían al combate
invocando el nombre de su dama,
él gritaba con exaltación feroz:
Lumen coeli, sancta Rosa!
Y como el rayo, su ímpetu
fulminaba a los musulmanes.
De regreso a su lejano castillo,
vivió severamente como un recluso,
siempre silencioso, siempre triste,
muriendo demente hacia el final.














1 comentario:

Isabella Maidanik dijo...

Hola! Qué tal? Quisiera saber de quien es la traducción?
Gracias!