Entonces nada más por el momento.
La plaza que se tienda por su sueño
y el hábito de aullar toda la noche.
Encendidas, las luces, permanezcan
abiertas, frenéticas, las cosas.
No toquen. No miren. No discutan.
Estamos al borde de la bomba:
de la risa, el son, la carcajada.
en
Verbo, 1991
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