jueves, enero 31, 2019

“Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes”, de Felipe Cussen





1. Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes fui el primer chileno en enterarme. El día anterior le había asegurado a un par de amigos que jamás le darían a Parra el Cervantes, porque pensaba que nunca podría ser valorado en el ámbito español, tan conservador en sus gustos poéticos. Pero ese día en la mañana recibí un sorpresivo llamado de Rogelio Blanco, Director General del Libro en España, contándome que habían escogido a Parra y preguntándome si tenía su teléfono para que le avisaran. Uno de los jurados, profesor mío cuando estudié en Barcelona, pensaba que yo podría tenerlo porque he trabajado en la Universidad Diego Portales, de la que el antipoeta es “rostro”. Pero no lo tenía. Creo que al final él se enteró por la prensa.

2. Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, una amiga periodista me preguntó si me gustaría escribir algo para The Clinic comentando la noticia. Le dije que sí, pero para criticar la manera en que Nicanor Parra ha sido secuestrado por The Clinic. No lo hice. Aunque compro puntualmente este periódico todos los jueves, y me río con algunos de sus chistes, siempre me ha parecido detestable ese aire a patota de colegio cuico que forman la mayoría de sus integrantes y, aún más, su abajismo paternalista. Yo mismo soy un cuico abajista, pero pienso que a Parra lo han rebajado al estatus de un viejo buena onda pero inofensivo, cuya máxima provocación habría sido escribir poemas con garabatos. Alguien que los divierte y del que siempre podrán esperar un chiste. Creo que han caído en su trampa: quizás lo más llamativo de Parra es precisamente su capacidad de traicionar una y otra vez las expectativas que motiva. Algunos de sus mejores poemas son serios, incluso aburridos. Por otra parte, también me ha parecido un error que lo intenten erigir como un genio único en la tierra, pues se descontextualiza su aporte en la constante desestabilización de las formas poéticas, y se evita que la antipoesía pueda considerarse como parte de una familia más grande en la que podrían caber, por ejemplo, Joan Brossa, Bern Porter o John Cage.

3. Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, otro periodista me preguntó si me gustaría que ganara el Nobel. Le dije que sí: no podría decir que no me gustaría, porque creo que se lo merece. Pero la verdad es que preferiría que en vez de él lo gane cualquier otro autor desconocido en Chile, y que de ese modo se active la traducción, edición y crítica de escritores tan interesantes como Wislawa Szymborska, J. M. Coetzee o Imre Kertész, que probablemente no se habrían leído en estos parajes si no hubieran sido premiados. Ahora mismo me encantaría que lo ganara Adonis, por ejemplo. Pero acá nuestros periodistas culturales creen que si el ganador del Nobel es un escritor que ellos desconocen, se trata obviamente de un invento de los suecos, y ni por un segundo se sientan a pensar que su abismante desconocimiento de la literatura de otros países los ha privado de conocerlo. Juan Manuel Vial, por ejemplo, se despachó tranquilamente la poesía de Tranströmer a partir de algunos textos leídos a la rápida en internet para concluir que, obviamente, Parra era mucho mejor. Ese comentario no le hace ningún favor a Parra. Sus admiradores no necesitamos que gane el Nobel para seguir leyéndolo. Es más, a veces pienso que hubiera sido fantástico que Gabriela Mistral y Pablo Neruda no hubieran ganado el Nobel, para que nos hubiéramos dedicado a leer a poetas mucho mejores, como Pedro Antonio González.

4. Cuando Nicanor Parra ganó el premio Cervantes, un poeta extranjero me dijo: “Tal vez el Cervantes a Parra haga a los escritores chilenos menos arrogantes”.



en Opinología, 2012

Cumshot.cl











No hay comentarios.: