Cuando Marcelo Guajardo Thomas publicó el año 2001, bajo los auspicios de Ediciones del Temple, Teseo en el mar hacia Cartagena, se reveló como un poeta singular en el contexto de la poesía chilena de la primera década del siglo XXI. No digo esto por la mera costumbre que tenemos en Chile de decir que todo poeta que nos llama la atención es diferente del resto (como lectores, somos a veces más vanguardistas que el mismo Apollinaire); lo digo por algo que no tengo más remedio que llamar la vocación narrativa del libro, que puede ser considerado un solo poema dividido en partes o fragmentos (“cantos” los llama el poeta) que cantan y narran las apócrifas aventuras de este personaje mitológico, fundador de Atenas y verdugo del Minotauro, trasladado a los mares de estos lados del globo. O quizás se trata de la antigua Cartago adonde se dirige, o de la mismísima Creta, donde vivía el Minotauro, a quien tuvo que matar por deberes rituales. En ese libro, cada canto, cada poema, se engarza al que lo precede y al que lo sigue; esas cuerdas trenzadas dibujan el rostro de Teseo: dios transformado en uno de esos aventureros/conquistadores españoles del nuevo mundo que relataron sus aventuras en libros grandiosos y terribles como los Naufragios de Cabeza de Vaca. La gloria del mito se encuentra con la miseria de la historia justo en medio del mar, en el punto de la total soledad, donde no hay solución para “este viaje de mierda”.
Otra singularidad de Guajardo Thomas: su libro Cocaví, autoeditado en su Garage Ediciones, esa “nanoeditorial de poesía”, como él la llama. Cocaví es la “poesía temprana” de su autor, en donde del relato pasamos directamente al combate con la historia. Los poemas —una vez más— se organizan en una serie de “narrativas”, por llamarlas de alguna manera, que a estas alturas sospechamos es una especie de método de trabajo para el poeta. Un libro (un objeto, más bien) hecho al margen del mundo editorial, sabiendo que ese es quizás el lugar que le corresponde.
Todo esto se resume y transforma de manera magistral en Un momento propicio para el exilio, libro editado por Das Kapital Ediciones y que reúne, en más de 300 páginas (un recado para los amigos de Das Kapital: ojalá algún día los excelentes libros que editan, en especial los largos como este, tengan un índice) la poesía de Guajardo Thomas escrita en el período 2002-2010, y que incluye, de manera cronológica, todos los poemarios autoeditados por el poeta hasta ese momento. Un libro de libros, podríamos decir. A pesar de los cambios estructurales respecto de Cocaví, creo que el libro mantiene la misma vocación narrativa que he venido señalando hasta ahora. Contar y cantar, y de qué forma. Por ejemplo, en el poema “Tiuque”:
A la criatura que distingue la ceguera y el sarcasmo
y afila bajo la luz del sol una daga cuando debe hacerlo
y nunca deja que el destello agregue de sí
más que un insignificante presagio.
Ella, a la que en leve beso devuelve el brillo de los ojos,
en otros días, y pregunta.
Quién detrás de la ironía. Quién.
(252)
Este poema es una autodefinición de la voz que produce, precisamente, los textos. El poeta, o más bien el hablante, “distingue la ceguera del sarcasmo”, para desembocar en la ironía, como en “Contra la nostalgia”, el poema inmediatamente siguiente:
Resulta particularmente bella
una crisálida colgada de una cala
o una lluvia que cubre toda Europa
desde Praga a Lisboa.
Oye ¿cómo es Europa?
Europa es como Rancagua.
(253)
Europa, esa prestigiosa ruina de la historia, se superpone a la ruina latinoamericana, de la que Rancagua es un reflejo entre miles. Y aquí es cuando entra la historia nuevamente: la resonancia que Rancagua tiene para la historia nacional (su desastre) dialoga con uno de los poemas más extraordinarios del libro: “Cochrane”. El héroe naval escocés, mercenario a su modo aunque ennoblecido por la ficción patriótica de nuestra historia, monologa y puede ver, con clarividencia que aterroriza, el futuro esplendor de la nueva república. Se repite aquí, reconfigurándola, una de las imágenes más recurrentes de la poesía de Marcelo Guajardo Thomas: el mar en llamas, con un siniestro agregado que adelanta uno de los episodios más oscuros de nuestra historia. Con una lucidez que punza sin tregua, dice el poema:
Me han traído para que lidere la batalla naval
por una independencia que no es la mía
me han recibido con un mes de parranda y jolgorio
mientras el enemigo avanza por un mar en llamas
Pienso en sus inútiles barcos de hojarasca
su irrefrenable deseo de formar una república y ellos
me han expuesto malamente una obra de Shakespeare
y ofrecido algunas mujeres de la región
A lo lejos
bajo un cielo enrojecido y brillante
los oscuros ciudadanos de la nueva república
flotan sobre el agua negra.
(108)
Publicado por Das Kapital Ediciones, 2011
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