Ayer, a medianoche,
nos vimos cara a cara
en la intimidad de la habitación.
Largo tiempo conversamos.
Arrobado, contemplé tu rostro en flor
y tus arqueadas cejas, bellas como siempre.
Estabas alegre y un poco tímida.
Al irte, mostraste gran pena.
Ahora, ya despierto,
me parece que no ha sido más que un sueño,
lo que me provoca tristeza y decepción.
en
Poesía clásica china, 1961
Versión
de Carlos Almonte
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