Se volvió el hijo contra los mayores.
Del pueblo llegó extraño
avergonzado del fogón y las siembras.
No quiere sentarse a darles pan a los pollos.
Buscan los viejos palabras para hablarle.
Preparan el salón de las visitas
juntan pesos para los nuevos gustos.
Lo miran reconociendo alguna huella,
cualquier cicatriz de las astillas del tiempo
o picadas de quiscales en las manos.
Y descibren que las tiene;
cada marca de la infancia
que ellos, los otros, le miran en el pueblo
con un poco de asco.
en
Polvo de huesos (Antología), 2012
Selección
y prólogo de Kurt Folch
Originalmente
en Hijos, 1991
No hay comentarios.:
Publicar un comentario