Sobre los campos vacíos se cierne un volantín negro,
y círculo tras círculo suavemente serpentea.
En la humilde cabaña, sobre su hijo en la cuna
una madre llora:
«Aquí, chupa mi pecho: aquí, crece y toma mi alimento,
y aprende a cargar tu cruz e inclinar tu cabeza».
El tiempo pasa. La guerra vuelve. La rebelión se propaga.
Los pueblos y las granjas se incendian,
y Rusia, en su antigua belleza manchada de lágrimas,
sigue siendo la misma,
inalterable a través de todas las edades. ¿Cuánto tiempo
va a llorar la madre y el volantín dará vueltas todavía?
1916
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