Del pasado no vuelvo sino
sólo el susurro
de una canción errante.
Enrique
Molina
Esperar
a las muchachas con el retorno de un abrazo. Como
las
esperábamos a la salida del colegio, cuando pasaban tomadas
de
la mano de una de esas promesas que no se cumplen,
dichas
en voz baja y al oído.
Vamos
a esperar a las muchachas –y hacer
de
la espera tu vida. Míralas pasar de largo. Envejeciendo.
Arrogantes
y festivas, custodiando una belleza que sólo a medias
les
pertenece. Coludidas en el arte de cobrar las cuentas impagas
que
el egoísmo del arte les adeuda. Aunque todo haya cambiado,
salvo
las nubes. Las jóvenes disfrutan de ser jóvenes y de las
torvas
miradas que las desnudan con la lentitud que esos cuerpos
se
merecen, bañados por la oscuridad de una pieza donde
siguiendo
los consejos de una madre,
se
dedican a hacer el amor con sus amigos, y el escenario
entonces
se reduce a cumplir esa promesa que no hiciste como
una
imitación de estilo y de tu vida.
en
Inessa Armand, 2003
Libros
La Calabaza del Diablo
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