Cae la tarde.
Ella aún no aparece.
Generoso vino y ricos manjares.
Todo intacto en la mesa:
Nada quiero probar.
Oh, pequeño pájaro, vuela
y lleva mi mensaje
para que ella venga enseguida.
Me inclino para coger flores de orquídea
y alzo la mano para cortar una rama.
¿Para qué la quiero, si ella no viene?
¿Dónde estará? ¿Al otro lado del océano?
Oh, Dios del Mar, salúdala de mi parte
y llévale estas perlas como presente.
El sol enrojece el horizonte.
Desesperado, fijo la mirada
en la senda hacia lo lejos.
Oh, mi amor, ven deprisa
que el día se nos acaba.
en
Poesía clásica china, 2001
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