miércoles, enero 18, 2017

"50 Aniversario de la Población Sta. Olga, Lo Espejo", de César Cabello







Celebro la sombra de mi infancia en una toma de terrenos,
al grupo de niños con el que jugábamos a explorar
la fábrica abandonada, el hospital inconcluso,
las fronteras de los aeropuertos.

Celebro las horas desérticas,
las hechizas lámparas: velas al interior de tarros de pintura
con las que alumbrábamos la marcha nocturna
de los nuevos pobladores que llegaban por Panamericana
hasta el baldío, todavía sin nombre.

Celebro al homo faber,
a las dirigentas del comité Sta. Olga de Kiev
y al político desconocido que –sin pedir nada a cambio–
convenció al propietario de esos manzanares
para que firmara la expropiación.

Celebro la falta de vigilancia de los primeros años,
el peso del puñal que se aliviana
porque caminas solo,
sin detractores.

Y aunque a veces me descubro
envuelto en el ropaje de tus calles
–veo como extiendes tus manos
por encima de mi propia vida–
también celebro el día en que me alejé de ti
y solo regresé para cargar el ataúd
en el funeral de un amigo
o consolarme
con las mismas verdades
de El dios abandona a Antonio.

Celebro que me dieras un lugar,
una colmada tumba para arrastrar hasta allí mis huesos,
aún fuertes, aún no heridos por el horror
de tener que recobrarte.





en Lumpen, 2016
















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