¡Oh, Desdichadas estrellas! Vuestro destino lamento.
Vosotras que han iluminado el mar y el marinero,
Radiantes destellos que adornan los cielos;
Dioses y hombres os han despreciado:
No las aman, jamás han aprendido a amar.
Incesante e interminable danza os mueve
En el espacioso cielo, donde vuestro encanto se despliega.
Qué lejos habéis viajado, penetrantes gemas del abismo.
Demorado en mi amor, en el único amor en mí;
Confieso que yo también, en la medianoche, os he olvidado.
1844
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