© Versión de Juan Carlos Villavicencio
Ustedes saltamontes y mariposa nocturna huyen de nuestra página
y siguen aleteando, amarramos a sus cuerpos
nombres inmaculados para aliviar
nuestra envidia por su libertad –debemos mutilar
porque somos usurpadores disgustados–
y les tomamos el ala y en la mano los herimos.
Tenemos nombres, incluso, para aplaudir al viento;
pero como ustedes debemos morir para entender.
Soñé que todos los humanos abandonaron sus nombres y cantaron
sólo como ellos son capaces de alabar, quienes construyeron sus días
con pezuña y aleta, con ala y dulce colmillo
caían libres y sagrados siempre en un sólo Nombre.
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