Trata de alabar al mundo herido.
Recuerda los largos días de junio
y las frutillas silvestres, las gotas de vino rosé.
Las ortigas que metódicamente cubrieron
las abandonadas fincas de los exiliados.
Debes alabar al mundo herido.
Mirabas los elegantes barcos y yates;
uno de ellos tenía un largo camino por delante,
mientras a otro sólo lo esperaba la salina nada.
Has visto a los refugiados yendo a ninguna parte,
has oído a los torturadores cantar con alegría.
Deberías alabar al mundo herido.
Recuerda los momentos en los que estuvimos juntos
en una blanca habitación mientras se agitaba la cortina.
Vuelve en tu mente al concierto donde estalló la música.
Recogías bellotas en otoño en el parque
y hojas formando remolinos sobre las cicatrices de la tierra.
Alaba al mundo herido
y a la pluma gris perdida por un tordo,
y a la suave luz que se aleja y esfuma
y regresa.
en Tremor, 1985
Contribución a Dscntxt de Verónica Jiménez Dotte
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