© Versión de Juan Carlos Villavicencio
Sobre un alto asiento en el estudio del Sur
hemos levantado la cortina y hemos visto ascender la luna
iluminando con su luz el agua y la arboleda
y fluir como una ola en nuestra ventana y nuestra puerta.
Viajará a través del ciclo: será luna llena y luego creciente otra vez,
tranquilamente, más allá de nuestra sabiduría, trocando lo nuevo en lo que será viejo.
Aquel que hemos elegido, nuestro amigo, navega ahora por un río transparente,
cantando, tal vez, una lastimera canción oriental.
Está tan lejos de nosotros, trescientas millas más allá.
Y, sin embargo, un aire de orquídeas nos trae el viento.
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