Únicamente
el vino nos regocija la vida,
la
naturaleza ha ordenado beberlo.
Todas
las mañanas bebo al hacer mis visitas,
todas
las noches mando a alguien a buscarlo.
Aunque
mi casa es pobre, viene mucha gente;
no
me puedo inquietar si el vino es bueno o malo.
Las
gentes se instalan, se prenden las antorchas,
extendemos
la alfombra, atizamos el fuego.
Lástima
que siempre nos falte que beber,
pues
no queda jamás nada dentro de los jarros.
en Poesía china
(Rafael Alberti y
Teresa León, antologadores), 1960
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