El
sol agonizante
traspone
la Sierra Oeste.
Se
van oscureciendo
los
barrancos y los valles.
La
luna sobre los pinos
trae
el frío de la noche.
Brisa
y arroyo deleitan
el
oído con su suave música.
Los
leñadores han regresado
todos
a sus casas.
Los
pájaros duermen tranquilos
en
sus lares pensiles.
Ha
pasado la hora convenida,
y
tú todavía no llegas.
Te
espero, solo, con mi laúd,
entre
las enredaderas.
en Poesía clásica china, 2001
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