EL SILENCIO COMO ÚNICO ALIMENTO. LITURGIA DE LAS NOCHES
SIN DESNUDO, SIN HÁBITOS NI ESCENAS, SIN DESLICES. EL SILENCIO COMO CRUEL
SOMETIMIENTO. EL SILENCIO DE LOS ROSTROS: EL DESIERTO.
Nosotros desdichados desde siempre:
águilas, a veces, cada hora,
negros en el híbrido secreto
que no tiene razón y nos aprieta
queriendo descifrar este destino
de nota discordante en la caída;
pausadamente quietos y pequeños,
nosotros los solemnes sin aliento.
en Escenas del derrumbe de Occidente
(segunda edición,
Descontexto Editores), 2014
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