Te
indago ya siglos
y
te tropiezo en ruinas.
Tus
huevos viciados me embarran el nonato
el párvulo candor
hasta
girar cual demente
allá
donde nadie escucha
nadie mueve
donde
mi voz se hace nube
y
se desperdicia al desierto.
El
voraz líquido verbal
se pierde
y
va en pesquisa de tus entrañas en bullición.
en Entrecielo y Entrelínea, 1984
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