I
Nuestro silencio hará callar la
tempestad
Tranquilizará el follaje profundo
Tengo en las manos dos manos
abandonadas
II
Ese barco se hundía para siempre en
la bruma
Dice el odio de cuando en cuando
Dice el amor sin cesar
III
De todo se reía cándida soberana
De ojos vivos de senos breves
Y el mar desparramó la arena de su
trono.
en Derniers
poèmes d'amour, 1963
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