Refulge
otra vez el sol sobre el río,
siéntate
en la hierba con espíritu tranquilo
y
mira a los muchachos bañarse y reír.
Acepta
estrictamente esta visión.
(Has
mirado tu sombra desde el puente
y
te ha extrañado
que
no tuerza hacia la corriente)
Tú
también te bañaste aquí
y
entonces el río era igualmente sucio, dejaba
estrías
de barro en las comisuras de la boca
donde
se formaba esa risa gratuita, risa
sólo
por estar allí, zambulléndose
y
emergiendo con un único conocimiento,
el
de las cualidades tangibles del agua.
Ése
era el sentido de la risa.
Acepta
estrictamente ese sentido y declina
la
especulación poética. Porque es tu verso opaco
contra
tu brillante alegría de muchacho.
en El guardián del hielo, 2000
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