Enciende la primera luz de la noche, como en un cuarto
En el que descansamos y, por alguna razón, piensa
Que el mundo imaginado es el bien último.
Éste es, por lo tanto, el encuentro más intenso.
Es en esta idea en la que nos recogemos,
Lejos de toda indiferencia, en una sola cosa:
Dentro de una sola cosa, una sola manta
Nos envuelve con firmeza, pues somos pobres, un calor,
Una luz, un poder, la influencia milagrosa.
Aquí, ahora, nos olvidamos de los demás y de nosotros mismos.
Sentimos la oscuridad de un orden, un todo,
Un conocimiento, lo que organizó el encuentro,
Dentro de sus límites vitales, en la mente.
Decimos que Dios y la imaginación son uno…
Qué tan alto la más alta vela ilumina la oscuridad.
Fuera de esta misma luz, de la mente central,
Hacemos una morada en el aire nocturno,
En la que ahí estar juntos ya es bastante.
en Collected poems, 1954
Final Soliloquy of the Interior Paramour
Light the first light of evening, as in a room / In which we rest and, for small reason, think / The world imagined is the ultimate good. // This is, therefore, the intensest rendezvous. / It is in that thought that we collect ourselves, / Out of all the indifferences, into one thing: // Within a single thing, a single shawl / Wrapped tightly round us, since we are poor, a warmth, / A light, a power, the miraculous influence. // Here, now, we forget each other and ourselves. / We feel the obscurity of an order, a whole, / A knowledge, that which arranged the rendezvous. // Within its vital boundary, in the mind. / We say God and the imagination are one... / How high that highest candle lights the dark. // Out of this same light, out of the central mind, / We make a dwelling in the evening air, / In which being there together is enough.
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