martes, mayo 06, 2014

“No viajo, hago mudanzas”, de Rebeca Yanke









brno

me gustan las ciudades impronunciables como destino para un viaje, pero luego acabo yendo a las más fáciles. habrá que ir a Brno, pero Kundera no se dejará entrevistar jamás. seguiré yendo a Barcelona pero non si sa si Vila-Matas me abrirá algún día una puerta. Quiero ir a Ljubljana, desde hace años. Y desde el primer anhelo esloveno pienso que debo ir sola. El pienso es el alimento de los perros.





*

en el disparadero de salida
donde casi todas las palabras empiezan terminan o contienen A,
donde se agrupan las ganas, con toda mi vida metida en una caja





en voz alta

Cuándo llegué por primera vez a los Estados Unidos, tenía 19 años y necesitaba un altavoz, estaba en el aeropuerto Kennedy y sólo supe decir loud voice. Otra vez se me cayó un smint en el pantalón de un checo. No es un escupitajo del que me enorgullezca demasiado. Cuando fui a Santiago de Chile desde Osorno, en autobús, me dieron manta, café y galletas. Fueron 24 horas de viaje pero en España no me han cuidado tanto en ningún trayecto. De ningún lado hacia ninguna parte. Había dos conductores y uno se echó a dormir en el asiento contiguo, me utilizó de cojín y a un cierto punto incluso me pareció correcto. Yo también me hubiera agarrado a cualquier teta en aquel momento.





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qué arrastro de mí, y qué rastro hay de mí;
dejo y llevo, pero participo poco del juego
entre el afuera y el adentro





deadline

voy en dirección al aeropuerto, ellos se están yendo. vuelvo y ellos llegan. durante un rato paladeo la necesidad de tener una maleta enorme y nada más. Ir, y ya se verá.  Qué macabro el ex profeso, la combinación de romanticismo, aventura y riesgo.





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no sé qué haz es mejor,
si el imperativo o el de luz





Inédito, 2014












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