Qué
día tan feliz.
La
niebla se disipó temprano, y trabajé en el jardín.
Los
colibríes se posaban en la madreselva.
No
había nada en esta tierra que quisiera poseer.
No
había nadie a quien envidiara.
Había
olvidado todo sufrimiento.
No
tenía vergüenza del hombre que fui.
No
sentía ningún dolor.
Al
enderezarme, vi el mar azul y las velas.
Berkeley, 1971
Traducción de
Marcelo Pellegrini
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