El Coro: Todos los luchadores consagran su vida en el encantamiento de la guerra y muestran su valor en vano.
Hassan: Un poder desconocido, sobrenatural se cierne sobre la indignidad de los humildes habitantes de esta isla. Una fuerza que cubre a hombres, mujeres, niños, elefantes, tigres y monos.
Mercurio: Creo comprender.
Hassan: Señor, me atrevo incluso en mi calidad de esclavo, y en conciencia, a suplicarte que les rindas un merecido homenaje.
Mercurio: ¿Por qué ese extra? ¿No es suficiente su presencia entre los monos?
Hassan: En realidad no, señor. Me atrevería a presentar mi sumisión incluso en verso.
Mercurio: ¿Qué? ¿Quieres dirigirte a mí en verso? Es como si un buey quisiera volar.
Hassan: Soy un hombre atractivo, pero también sensible.
Mercurio: Por la noche tendremos un gran espectáculo con fuegos de artificio, la pirámides serán iluminadas con doscientas ruedas de fuego y –señalando a Hassan– tú me hablas de una belleza superior. Debo leer el código de la Ley anterior para saber qué hacer con alguien tan desagradecido.
1823
No hay comentarios.:
Publicar un comentario