Lo
mismo que un gusano que hilara su capullo,
teje
en la rueca tuya tu sentir interior.
He
pensado que el hombre debe crear lo suyo
como
la mariposa sus alas de color.
Teje
serenamente, sin soberbia ni orgullo,
tus
ansias y tu vida, tu verso y tu dolor.
Será
mejor la seda que hizo el trabajo tuyo,
porque
en ella pusiste tu paciencia y tu amor.
Yo,
como tú, en mi rueca hilo la vida mía,
y
cada nueva hebra me trae la alegría
de
saber que entretejo mi amor y mi sentir.
Después,
cuando la muerte se pare ante mi senda,
con
mis sedas más blancas levantaré una tienda
y
a su sombra, desnudo, me tenderé a dormir.
en El soneto chileno, 2013
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