(Sobre Majdanek)
¿Qué hay, Dios mío, más allá de la chimenea que se estira?
¿Homero al decir de Sócrates?
¿El polvo para darle a mis huesos trocados en ceniza?
¿Dios como la bruma?
Devuelve mi polvo, oh Señor del polvo,
antes del intacto blanco de mis huesos,
no quiero rasgarme en las ramas de Polonia,
no quiero este vértigo sin tumba, sin rocío
allá sobre la tierra,
no quiero desafiar al eco y crecer en su distancia hasta vaciarme,
oh Señor del vértigo,
amenazo con anudarme en una estrella, demorar la llegada de la tarde
y persistir en plena luz del día
tristemente intacto.
¿Quién pudiera recoger el crepúsculo de mis pies?
en Señor del vértigo, 1992
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