Teniendo en cuenta la imagen de Cobain que han transmitido los medios (“malhumorado, quejoso, un esquizofrénico loco”, en sus propias palabras), el joven cantante y guitarrista, de 26 años, debería haber despedido al técnico de sonido, cancelado la entrevista y haberse ido a su habitación de hotel a sollozar. En lugar de eso, pasa el rato después del concierto en el backstage jugando con su hija, Frances Bean Cobain, una pequeña preciosidad rubia de un año que circula por el camerino ofreciendo una sonrisa a cualquiera que se cruce en su camino. Más tarde, ya en el hotel, armado tan sólo con una cajetilla de cigarrillos y dos botellas de agua Evian que ha sacado del minibar, Cobain está pensativo y hablador y dispuesto a hacer grandes esfuerzos para explicar que el éxito no apesta (o al menos no tanto como antes) y que la vida le va bastante bien. Y cada vez mejor. “Fue demasiado rápido y repentino”, dice con voz grave sobre su primera crisis, consecuencia del éxito fulminante de Nevermind. “No supe asumirlo. Si hubiera habido un curso por correspondencia para aprender a ser una estrella del rock, me hubiera gustado seguirlo”.
“Veo las descripciones de estrellas del rock en las revistas: Sting, el defensor del medioambiente; Kurt Cobain, el pendejo quejoso, neurótico, que lo odia todo, el estrellato, su propia vida. Y, sin embargo, nunca he sido más feliz. Sobre todo esta última semana, en la que los conciertos han ido tan bien. Salvo el de esta noche. Soy mucho más feliz de lo que piensa casi todo el mundo”.
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Nacido en la localidad maderera de Aberdeen, en Washington, Cobain es (igual que el bajista, Krist Novoselic, el batería, Dave Grohl, y un alto porcentaje de los seguidores de la banda) producto de un hogar roto, hijo de un mecánico de coches y una secretaria que se divorciaron cuando él tenía ocho años. Cobain tuvo desde muy joven aspiraciones artísticas y ganó unos cuantos concursos en el instituto. Diseña las portadas de los discos de Nirvana (el collage de fetos de plástico que aparece en la contraportada de In Utero es obra suya). Pero, después de graduarse, Cobain rechazó una beca para asistir a la escuela de arte, se enroló como mánager ocasional de la banda punk Melvins y se centró en componer canciones. “Nunca he querido cantar”, asegura Cobain ahora. “Sólo quería tocar la guitarra rítmica. Quedarme en la parte de atrás del escenario y tocar”.
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“En el último año y medio me he quitado mucha presión de encima ”, dice Cobain. El alivio se le nota en la voz. “Aunque todavía estoy un poco hipnotizado por todo eso”. Enumera los motivos que tiene para estar satisfecho: “Haber sacado este disco. Mi familia. Mi hija. Haber conocido a William Burroughs y haber grabado un disco con él”. “Son sólo pequeñas cosas que no le interesan a nadie”, continúa, “y todas tienen que ver con esta banda. Sin ella, la mayoría no habrían sido posibles. Estoy muy agradecido, y cada mes que pasa llego a conclusiones más optimistas”. “Sólo espero”, añade sonriendo, “no llegar a ser tan feliz que me convierta en un aburrido. Supongo que siempre seré lo bastante neurótico como para hacer alguna cosa rara”.
Además de todo lo que ha salido mal en el concierto de esta noche, se marcharon sin tocar “Smells like teen spirit”. ¿Por qué?
Habría sido la guinda del pastel [sonríe entre dientes]. Ni siquiera recuerdo el solo de guitarra en ese tema. Tendría que sentarme cinco minutos solo para sacarlo. Pero no me interesan ese tipo de cosas. No sé si es que soy tan vago que ya no me importa o qué. Me sigue gustando tocar "Teen spirit" en directo, pero casi me da vergüenza.
¿Sigue perturbándote la enormidad de su éxito?
Sí. Todo el mundo se ha centrado en esa canción. El motivo por el que ha provocado esa reacción es que la MTV ha puesto el vídeo un millón de veces. Se la han grabado a la gente en el cerebro. Pero creo que he compuesto varias canciones más que son igual de buenas, si no mejores, que ésa. Por ejemplo “Drain you”. Es como mínimo igual de buena que “Teen spirit”. Me encanta la letra y nunca me canso de tocarla. Seguramente si fuera tan conocida como “Teen spirit” no me gustaría tanto.
Pero por lo menos tuvo que ser divertido componerla…
Llevábamos unos tres meses practicándola. Dave [Grohl] y yo vivíamos en Olympia [Washington] y Kris [Novoselic] en Tacoma [Washington]. Todas las noches íbamos a ensayar a Tacoma, intentábamos escribir canciones. Yo intentaba componer la canción pop definitiva. En realidad lo que intentaba era copiar a los Pixies. Tengo que admitirlo [sonríe]. Cuando oí a los Pixies por primera vez, conecté tanto con su música que decidí que tenía que estar en ese grupo. O, por lo menos, en una banda de versiones de los Pixies. Copiamos su dinámica, eso de arrancar suavemente y después subir el volumen y hacer un sonido más duro. “Teen spirit” tenía un riff tipiquísimo al estilo de “Louie Louie”. La primera vez que toqué la parte de guitarra para el grupo, Krist me miró y me dijo: “Es ridículo”. Los obligué a tocarla sin parar durante hora y media.
¿De dónde salió lo de: “Aquí estamos ahora, entreténgannos [del estribillo de 'Smells like teen spirit’]”?
Era algo que solía decir para romper el hielo siempre que llegaba a una fiesta. Muchas veces, estar rodeado de gente en una habitación resulta incómodo y aburrido. De ahí eso de “bueno, aquí estamos. Ya que nos invitaron, ahora tendrán que entretenernos”.
¿Qué sentiste al ver que algo que habías escrito medio en broma, como homenaje a uno de tus grupos favoritos, se convertía en el himno del grunge, por no hablar de que acabó siendo un momento definitorio del marketing juvenil?
Lo cierto es que sí hubo una época buena para nosotros. Durante unos años, Seattle vivió un nuevo Verano del Amor. Fue fantástico. Eso de saltar sobre el público, que te llevaran hasta el fondo del local y que te devolvieran al escenario sin un solo rasguño… Nadie pudo arruinar eso. Pero una vez que se popularizó, que pasó al mainstream, se acabó. De todas formas, estoy harto de avergonzarme por eso. He dejado atrás esa fase.
Ésta es su primera gira desde el otoño del ’91, justo antes de que explotara Nevermind. ¿Por qué han estado tanto tiempo sin tocar?
Necesitaba tiempo para recomponer mis ideas y ajustarme a la nueva situación. Me golpeó muy fuerte y además me daba la impresión de que no necesitaba salir de gira porque ya estaba ganando un montón de dinero. Millones de dólares. Entre ocho y diez millones de discos vendidos. Eso me hacía pensar en mucha pasta. Así que pensé que podía simplemente disfrutarlo. No quiero usar esto como excusa, y se ha hablado tanto de ello… pero tengo una enfermedad del estómago y ése ha sido una de los motivos principales para que no saliéramos de gira más a menudo. Cualquiera que sufra un dolor crónico como ése durante cinco años acaba medio loco. No podía más. Estaba tan esquizofrénico como un gato mojado que ha recibido una paliza.
¿Qué parte de ese dolor físico has canalizado en tus composiciones?
Normalmente, cuando una persona tiene un problema serio en la vida, se refleja en su música. Muchas veces las composiciones se benefician de ello. Creo que seguramente me ayudó. Pero lo daría todo a cambio de tener una buena salud. Hasta el momento ésta ha sido nuestra mejor gira. De verdad. Y no tiene nada que ver con que toquemos en locales más grandes ni con que todo el mundo nos bese el culo. Es porque el estómago ya no me molesta. Estoy comiendo. Ayer por la noche me comí una pizza enorme. Fue fantástico. Y me levanta la moral. Pero, al mismo tiempo, me asusta que, si desaparece el dolor, deje de ser creativo. ¿Quién sabe? Ahora no tengo canciones nuevas. Hasta ahora, siempre que terminábamos un disco, nos sobraban tres o cuatro canciones. Y solían ser buenas, un buen apoyo. Por eso el próximo álbum va a ser interesante, porque no tengo absolutamente nada. Por primera vez empiezo de cero. No sé qué vamos a hacer.
Uno de los cortes que eliminaron de In utero en el último minuto fue “I hate myself and I want to die”. ¿Qué había de verdad en ese título?
Toda la verdad que pueda haber en un chiste. No era más que una broma. Y eso tuvo mucho que ver con que decidiéramos sacarla del disco. Sabíamos que la gente no iba a entenderlo, que se lo tomarían demasiado en serio. Era totalmente satírico, queríamos reírnos de nosotros mismos. Todo el mundo cree que soy un loco esquizofrénico que se pasa el día pensando en suicidarse y a mí me pareció que ese título tenía gracia. Durante mucho tiempo quise que fuera el título del disco. Pero sabía que la mayoría de la gente no lo entendería.
¿Alguna vez te has sentido tan mal física o mentalmente que llegaste a pensar en quitarte la vida?
Durante los cinco años en que estuve con el dolor de estómago sí llegué a pensarlo. Quería matarme cada día. Y estuve cerca de hacerlo muchas veces. Siento decirlo tan directamente. Había momentos en las giras en que me retorcía en el suelo vomitando aire, porque ni el agua me aguantaba en el estómago, y en 20 minutos tenía que estar sobre el escenario. Cantaba y tosía sangre. Ésa no es forma de vivir la vida. Me gusta hacer música, pero algo no iba bien. Así que decidí automedicarme.
¿Qué tipo de cartas te envían tus fans últimamente?
[Pausa larga] Solía leer muchas cartas, me interesaba mucho. Pero he estado tan ocupado con este disco, el vídeo, la gira… que no me he molestado en mirar ni una sola carta y me siento muy mal por ello. Ni siquiera he tenido tiempo de sacar el fanzine, que era algo que queríamos hacer para combatir toda la mala prensa y mostrar un lado más realista de la banda. Pero es duro. Tengo que reconocer que me he visto obligado a hacer las mismas cosas que hacen o que se ven obligadas a hacer otras estrellas de rock. Y eso incluye no poder responder al correo y no estar al día en música actual. El mundo exterior me resulta totalmente ajeno. Una cosa tan simple como poder ir a un club me hace muy feliz. El otro día teníamos una noche libre en Kansas (Montana) y Pat [Smear, segundo guitarrista de Nirvana en esa gira] y yo no teníamos ni idea de adónde ir. Así que llamamos a una emisora de radio universitaria de la ciudad y les preguntamos qué había por ahí. ¡Y no lo sabían! Así que llamamos a un bar y resultó que una banda de Seattle, The Treepeople, tocaban allí. Y resulta que conocí a tres tipos encantadores que tocaban en grupos. Estuve con ellos toda la noche y me lo pasé increíble. Los invité al hotel y pasaron la noche allí. Pedí cosas para ellos al servicio de habitaciones. Seguramente me pasé intentando hacerles sentir cómodos. Pero fue increíble darme cuenta de que todavía puedo hacer amigos. No sabía que fuera posible. Hace unos cuantos años estábamos tocando en un club de Detroit y sólo habían venido diez personas a vernos. Y, en el bar de al lado, estaba Axl Rose con diez guardaespaldas. Una extravagancia increíble con toda esa gente a su alrededor. Si llega a haber entrado él solo, no habría pasado nada. Pero él quería eso. Creas atención para llamar la atención.
¿Qué piensas de Pearl Jam ahora? Hubo rumores de que Eddie Vedder y tú iban a aparecer juntos en la portada de la revista Time.
No quiero entrar en eso. Una de las cosas que he aprendido es que criticar a los demás no es bueno para mí. Tanto peor, porque hace tanto tiempo que empezaron los problemas entre Pearl Jam y Nirvana que ya están a punto de arreglarse.
Nunca ha estado del todo claro cuál era el motivo de la disputa entre Vedder y tú.
Es que nunca existió. Les cargué porque no me gustaba su grupo. Entonces no conocía a Eddie. Fue culpa mía; tenía que haber criticado a su compañía discográfica en lugar de a ellos. Les hicieron una campaña de marketing (seguramente no contra su voluntad) pero sin que se dieran cuenta de que les estaban metiendo en el saco del grunge.
¿No sientes ninguna empatía por ellos? Han estado bajo la misma presión que ustedes por culpa de las expectativas que ha levantado su segundo disco.
Sí. Sólo que estoy seguro de que, al contrario que nosotros con este disco, no han intentado lanzarle un reto a su público. Son un grupo de rock seguro. Una banda agradable que le gusta a todo el mundo. [Ríe] Dios, se me han ocurrido frases mucho más interesantes sobre esto. Me saca de quicio saber que trabajamos muy duro para componer un álbum en el que todas las canciones estén al mejor nivel del que somos capaces. Voy a satisfacer mi ego diciendo que somos mejores que muchas de las bandas que hay por ahí. Me he dado cuenta de que sólo te hacen falta un par de canciones pegadizas en un disco y el resto puede ser mierda de relleno y da lo mismo. Si fuera listo, me habría guardado la mayoría de los temas de Nevermind y los habría ido sacando poco a poco a lo largo de quince años. Pero no puedo hacer eso. Todos los discos que me han gustado han sido álbumes en que todos los temas, uno tras otros, eran buenos: Rocks, de Aerosmith; Never mind the bollocks, de los Sex Pistols; Led Zeppelin II, de Led Zeppelin; Back in black, de AC/DC.
También has dicho que eras fan de The Beatles…
Ah, sí. John Lennon era mi beatle favorito, sin duda. No sé quién escribió qué partes de las canciones del grupo, pero Paul McCartney me da vergüenza. Y está claro que Lennon estaba loco. Me identifico con eso. Y, por lo que he leído en los libros (aunque soy muy escéptico con respecto a lo que dice en los libros, sobre todo en los de rock), siento compasión por él. Permanecer encerrado en ese apartamento... Aunque estaba enamoradísimo de Yoko y adoraba a su hijo, su vida era la de un recluso. No es justo. Ése es exactamente el problema que he tenido al hacerme famoso: la forma que tiene la gente de tratar a las celebridades. Hay que cambiarlo: es imprescindible. Pero es difícil convencer a la gente de que no hay que tomárselo tan en serio y de que hay que mostrar un poco de respeto. Cagamos todos [ríe].
Hablemos de tu forma de componer. Tus mejores canciones (“Teen spirit”, “Come as you are”, “Rape me”, “Penny royal tea”) arrancan con una estrofa suave. Después llega el estribillo con una descarga de volumen y ruido y te atrapa. ¿Qué viene antes, la estrofa o el estribillo?
[Pausa larga, luego sonríe] No sé. La verdad es que no lo sé. Supongo que empiezo con la estrofa y sigo con el estribillo. Pero estoy cansándome de esa fórmula. Ya la hemos dominado y todos estamos un poco hartos. Krist, Dave y yo llevamos tanto tiempo trabajando con esa dinámica de suave, fuerte, suave que ya nos aburre. Es como: “Vale, tengo este riff. Voy a tocarlo suave, sin distorsión, mientras canto la primera estrofa. Y ahora vamos a enchufar la distorsión y tocar la batería con más fuerza”. Quiero aprender a tocar entre esos dos niveles, entrando y saliendo, casi psicodélico pero con mucha más estructura. Pero es difícil y no sé si, como músicos, seremos capaces de hacerlo.
Temas como “Dumb” y “All apologies” hacen pensar que, efectivamente, intentas transmitir cosas sin apoyarte tanto en las guitarras.
Totalmente cierto. Ojalá hubiéramos metido más temas como esos en los otros discos. Pero en Bleach hasta incluir “About a girl” suponía un riesgo. Escuchaba mucho pop, me encantaba R.E.M. y escuchaba un montón de material de los sesenta. Pero en ese entorno social había una presión enorme, igual que la que sufres en el colegio, pero en otro sentido. Y poner un tema más pop, del estilo de R.E.M., en un disco grunge, era arriesgado. No hemos conseguido mostrar la parte más suave y dinámica de nuestro grupo. Los jóvenes quieren oír guitarras. Y nos gusta tocar ese tipo de material, pero no sé durante cuánto tiempo podré seguir desgañitándome sobre el escenario un año entero, una noche tras otra. A veces desearía haber seguido el ejemplo de Bob Dylan y tocar canciones que no exijan que me quede sin voz cada noche. Así podría tener una carrera si quisiera.
¿Qué significa eso para el futuro de Nirvana?
Me resulta imposible asegurar que dentro de diez años seguiré siendo capaz de cantar las canciones de Nirvana. De hecho, más bien creo que no podré. Me resisto a utilizar la técnica de Eric Clapton. No es que quiera molestarlo; le tengo un enorme respeto. Pero no quiero tener que adaptar las canciones a mis posibilidades a medida que envejezco [ríe].
El tema de In utero que ha levantado mayor controversia es “Rape me”. Musicalmente es brillante, pero muchos se han quejado del título y la letra; muchas mujeres piensan que es arrogante que un hombre use una palabra tan fuerte como ésa con tan pocos miramientos.
Entiendo ese punto de vista, no es la primera vez que lo escucho. He estado dudando entre arrepentirme de haber escrito esa canción y defender mi postura. Lo cierto es que la idea era defender a las mujeres y tratar el tema de las violaciones. A la gente siempre le ha costado entender nuestro mensaje, por eso intenté ser lo más claro posible. ¿Con qué contundencia debo defender este punto? ¿Cuánto puedo ampliar el tamaño de letra? No es una imagen agradable. Pero una mujer a la que están violando, que está furiosa con lo que le está ocurriendo… pensaría algo como: “Dale, hazlo, adelante. Ya tendrás tu merecido”. Creo en el karma y estoy seguro de que ese cabrón va a pagarlo, de una u otra forma. Lo pillarán, irá a la cárcel, y lo violarán a él. Por eso lo de “viólame, dale, acabemos de una vez. Porque tú vas a acabar pasándolo aún peor”.
¿Qué pensó Courtney, tu mujer, cuando lo oyó?
Creo que lo entendió. Seguramente se lo expliqué mejor a ella que a ti. También quiero dejar claro que en ningún momento intentaba levantar controversia con la canción. No la sacamos para que los padres nos odiaran y las feministas nos criticaran. Simplemente siento un desprecio enorme por alguien capaz de hacerle eso a una mujer. Es mi forma de decir: “Hazlo una vez y puede que te salga bien. Hazlo cien veces. Pero al final vas a pagar”.
Cuando te arrestaron por una acusación de violencia doméstica el verano pasado, Courtney dijo que tenías armas en casa. ¿Por qué crees que las necesitas?
Me gustan las armas. Simplemente me gusta disparar.
¿Dónde? ¿Disparar contra qué?
[Ríe] Cuando vamos al bosque, en campos de tiro. No es un campo oficial de tiro, pero está permitido. Hay una colina bastante alta, así que no hay riesgo de que las balas le den a alguien. Además, no hay ni un alma en millas a la redonda.
¿No te parece peligroso tener armas en casa, sobre todo con tu hija, Frances, trasteando por ahí?
No. Es por protección. No tengo guardaespaldas. Hay personas menos conocidas que Courtney y que yo que han sido atacadas y hasta asesinadas. O puede pasar que entren en casa para robar sin saber quiénes somos. Tenemos un sistema de seguridad. De hecho, mantengo cargada una de las pistolas, pero la guardo a salvo, en una caja en lo alto de una estantería. Es imposible que Frances la alcance. También tengo un rifle M16. Es muy divertido disparar con ella. Es el único deporte que me gusta. Pero no es un tema con el que esté obsesionado. De hecho no pienso mucho en ello.
¿Qué opina Courtney de que tengas armas en casa?
Estaba conmigo cuando las compré. No soy una persona fuerte físicamente. No podría enfrentarme a un intruso que tuviera un cuchillo o una pistola. Pero no estoy dispuesto a quedarme mirando mientras apuñalan o violan a mi familia. Le volaría la cabeza a quien intentara hacer algo así sin pensármelo dos veces. Es por protección. Y a veces es divertido disparar un rato. [Pausa] A objetivos inanimados. Quiero dejarlo claro [ríe].
Has vendido un millón de discos, pero ¿eres rico? ¿Te sientes rico? Se dice que querías comprarte una casa e instalar un estudio y que no has podido permitírtelo…
Sí, no puedo. Cuando empezamos a vender muchísimo, con Nevermind, pensé: “Dios, voy a ganar diez o quince millones”. Pero no ha sido así. No vivimos a lo grande. No somos extravagantes. No culpo a los jóvenes por pensar que alguien que vende diez millones de discos se ha hecho millonario. Pero no es así. El año pasado me gasté un millón de dólares y no tengo ni idea de en qué. Me compré una casa por 400.000 dólares. Los impuestos se llevaron otros 300.000. Le presté algo a mi madre. Me compré un coche. Y ya está.
No te ha dado para mucho…
Es curioso. Uno de los motivos por el que no salimos de gira cuando Nevermind había explotado fue porque pensé: “Que le den. Tengo un dolor horrible de estómago, estoy vendiendo un montón de discos y con un millón de dólares tengo suficiente para el resto de mi vida”.
¿Te preocupan las consecuencias que pueda tener para Frances tu estilo de vida, tus problemas con la fama? Ahora parece cómoda, pero va a ser muy extraño para ella.
Me preocupa bastante. Le gusta estar con todo el mundo. Me da pena que tenga que viajar tanto. Tenemos dos niñeras, una a tiempo completo y otra señora mayor que la cuida los fines de semana. Pero cuando la llevamos de gira está todo el día rodeada de gente y no la llevamos mucho al parque. Hacemos todo lo que podemos, intentamos que haga actividades preescolares. Pero es un mundo totalmente distinto.
En “Serve the servants” cantas: “Intenté tener un padre / pero sigo teniendo un papá”. ¿Te preocupa repetir los errores que tu padre cometió contigo?
No. Eso no me preocupa en absoluto. Mi padre y yo somos personas totalmente diferentes. Sé que soy capaz de mostrar mucho más cariño que él. Incluso si Courtney y yo llegamos a divorciarnos, nunca permitiría que la niña notara la mala onda entre su madre y yo. Ese tipo de cosas joden a los niños, pero ocurren porque los padres no son demasiado listos.
¿Qué tal han ido las relaciones dentro de Nirvana durante el último año?
Cuando estaba metido en las drogas las cosas iban bastante mal. Ni Krist ni Dave entendían el problema. Piensan sobre la heroína lo mismo que yo antes de probarla: que es muy triste. Y no hablábamos demasiado. Pensaban lo peor, y no les culpo por ello. Desde que estoy limpio las cosas han vuelto a la normalidad. Menos con Dave. Me preocupa porque me da la sensación de que todavía piensa que…
¿Que no has pasado la prueba?
Sí. No lo entiendo. Intento decirle todos los piropos que puedo. No suelo halagar a los demás, pero Dave necesita que le animen, así que intento hacerlo.
¿Entonces eres tú quien decide en el grupo?
Sí. Siempre les pido su opinión sobre las cosas, pero yo tengo la última palabra. Siempre me siento raro diciendo eso, suena egoísta. Pero nunca hemos discutido. Dave, Krist y yo nunca nos hemos gritado. Jamás. Y no es que no se atrevan a decirme algunas cosas. Siempre les pido su opinión, lo discutimos todo y muchas veces acabamos llegando a la misma conclusión.
¿Ha habido alguna cuestión que haya provocado una discusión acalorada entre ustedes?
Sí, el reparto de los royalties. Yo recibo el 75% por la música, y ellos el resto. Me parece justo. Pero, en el momento en que hubo que discutir ese tema, yo estaba metido en la droga. Por eso, ellos dos pensaron que pediría más. Temían que no estuviera en mis cabales y que intentara ponerlos a sueldo o algo así. Pero ni siquiera entonces nos gritamos.
Con todas las reservas que tienes respecto a tocar “Teen spirit” y a componer el mismo tipo de canción una y otra vez, ¿prevés que en el futuro Nirvana deje de existir? ¿Te ves intentando hacer algo en solitario?
No creo que nunca sea capaz de hacer algo solo, el Proyecto Kurt Cobain.
No se puede decir que suene demasiado bien…
No [ríe]. Pero sí, me gustaría trabajar con gente que haga cosas totalmente distintas a lo que estoy haciendo ahora. Algo muy diferente.
Eso no suena a que pueda haber un futuro para Nirvana ni para la música que hacen juntos.
Eso es lo que he intentado explicar. Que estamos casi agotados. Lo que hacemos se está volviendo repetitivo. Ya no hay algo que luchemos por alcanzar. Cuando mejor nos lo pasamos fue en la época de Nevermind, cuando empezó la gira y todavía tocábamos en clubes pequeños. Se vendían todas las entradas y el disco empezaba a explotar. Había una energía enorme en el ambiente. Estaba pasando algo realmente especial. Odio tener que decirlo, pero no veo a este grupo sacando más de otro par de álbumes a no ser que trabajemos duro intentando experimentar. O sea, afrontémoslo. Cuando las mismas personas hacen juntas el mismo trabajo durante mucho tiempo, están limitadas. Me interesa mucho profundizar en cosas distintas, y sé que a Krist y a Dave también les apetece. Pero no sé si somos capaces de hacerlo juntos. No quiero sacar otro disco que suene igual que los tres anteriores. Sé que vamos a sacar al menos otro disco, y tengo una idea bastante clara de cómo va a sonar: bastante etéreo, acústico, como el último disco de R.E.M. [Automatic for the people]. Si pudiera escribir tan solo un par de canciones tan buenas como las suyas… No sé cómo ese grupo consigue hacerlo tan bien. Dios, son los más grandes. Han llevado lo de su éxito como santos y siguen haciendo una música fantástica. Eso es lo que me gustaría que hiciera mi grupo. Porque estamos demasiado encasillados. Nos han puesto una etiqueta. ¿Qué clase de grupo es R.E.M.? ¿Rock universitario? No exactamente. Grunge es un término tan potente como new wave. No puedes deshacerte de él. Y va a pasar de moda. Tienes que arriesgarte y esperar que un público totalmente distinto te acepte, o que el público que te escucha ahora crezca contigo.
¿Y que pasa si los jóvenes dicen: “No lo entendemos, piérdanse”?
Ah, bueno [ríe]. Que les den.
Octubre 1993
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